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viernes, 7 de octubre de 2011

PRIVATE INVESTIGATIONS CAP 21

HOLA QUERIDAS LECTORAS :) ESPERO QUE TODAS ESTEN MUY BIEN , LAS QUIERO UN MONTON AQUI LES DEJO OTRO CAP
Miley Cyrus HAITI HONEY

A la mañana siguiente estudiaba el escaso con­tenido de la carpeta que tenía sobre la cama, con la vista clavada en la foto de Nicole Bennett mien­tras comprobaba la información que le había pro­porcionado Clarise Bennett y trataba de encajar todo con lo sucedido hasta el momento. Suspiró y se dejó caer sobre las almohadas, consciente de que la cama enorme parecía demasiado vacía sin nick en ella.
Giró la cabeza para mirar la almohada de él. Habían tenido algo más que un sexo magnífico la noche anterior después de regresar de la Pirámi­de. Se frotó la frente y contempló la puerta por la que él se había ido. Había dicho que iba a buscar unos donuts. Miley no tenía que recurrir a su bagaje de cuatro días de experiencia como detecti­ve para conjeturar que no le hacía falta casi hora y media para traerlos.
Se sentó y colgó las piernas por el costado de la cama. Siempre había considerado que el acto tan íntimo estaba sobrevalorado. Antes de estar con nick, había salido y tenido sexo con tres hom­bres. Primero había sido con Jack Bassett en el asiento de atrás del Chevy del padre de él al ter­minar el baile de fin de curso, y la sensación había sido de plena insatisfacción. El número dos había sido Terry Sheen en la universidad. No tenía un Chevy, pero también había sido rápido. Tanto, que se preguntaba si lo que habían tenido había sido sexo o algo más parecido a ataques sorpresi­vos, con más huidas que ataques.
Luego estaba el tercero. ¿Quién había dicho que el tamaño no importaba? Quien fuera, jamás se había acostado con el Pequeño Tim Bensen. Al principio había creído que lo llamaban Pequeño en broma porque medía un metro noventa y pe­saba cien kilos. Había sido una ilusa.
rió, incapaz de creer que pensaba en su vida sexual de forma tan despreocupada. Hacía solo dos días que se había cuestionado su sexualidad debido precisamente a esos tres hombres, consi­derando que era culpa de ella no haber alcanzado el orgasmo durante el sexo.
Hasta que apareció nick.
Se encendía solo con pensar en él. Era agrada­ble descubrir que la fama que tenía el sexo era bien merecida. Le dolían puntos que no sabía que podían llegar a dolerle. Y cada vez que daba un paso, se sentía tentada a preguntarse si podía ha­ber algo así como demasiado buen sexo.
Recogió los papeles, los arregló y luego los me­tió en un sobre de papel de manila. Se había sen­tado para analizar el caso y había terminado pen­sando en nick. Había sospechado que existirían inconvenientes para lo que había entre ellos. Pero, por algún motivo, no había considerado que una buena vida sexual sería equivalente a una mala profesional.
En ese momento oyó la cerradura de la puerta. La miró. Se sobresaltó cuando alguien intentó abrir y se vio detenido por la cadena de seguridad.
—miley, soy yo —llamó nick.
Soltó el aire que había contenido y fue a abrir. Un momento más tarde, él le sonreía como si hu­biera llevado ausente días y no solo noventa mi­nutos... y como si se alegrara mucho de verla.
Alzó una bolsa que miley le arrebató y abrió antes incluso de llegar a la cama.
—Gracias —dijo con la boca llena con un pas­tel de crema.
Nick movió la cabeza y depositó otra bolsa en la mesa.
—Guárdame uno, ¿quieres? —al ver la expresión de ella, añadió—: Mejor aún, dámelo ahora —extendió la mano junto a la cama y ella hizo exactamente lo que le pidió, le entregó solo un bollo de los seis que había llevado. Le sonrió y sacó la lengua para limpiarse crema de la comisu­ra de los labios. A Nick le costó tragar saliva—. Qui­zá no fue tan buena idea.
—Fue fantástica —apartó la carpeta y palmeó la cama—. Cuéntame.
—¿Contarte qué? —se sentó.
Ella aceptó el café que le ofreció Nick.
—Sé que no se tarda tanto en traer un par de donuts nick.
—¿Me has echado de menos? —le sonrió.
«Más de lo que nunca sabrás», pensó.
—No.
—Mentirosa —se inclinó y plantó un beso en su rodilla.
Riendo, se apartó con una hoguera encendida justo en la zona que le encantaría que le besara.
—Nunca te interpongas entre una mujer y sus donuts —dio otro mordisco—. Suéltalo.
Nick primero comió su donut. Muy lentamente. miley se movió nerviosa y se centró en el segun­do bollo.
—Fui al depósito de coches —ella enarcó las cejas—. Sí. El coche se encuentra detrás de una valla de dos metros y medio protegida por dos perros de aspecto muy feroz sueltos en el interior —frunció el ceño y bebió un trago de café de la taza de ella—.Y en el exterior había otro coche conocido con unos matones dentro.
—¿Estaban allí? —le costó tragar.
—Sí. Los tres.
—Fantástico —se dejó caer sobre la almoha­da, sin pensar que solo llevaba una camiseta y unas braguitas. Al menos hasta que Nick posó la vista en el triángulo de algodón entre sus piernas.
—Mmm. Sí... fantástico.
Miley tiró del borde de la camiseta y se cu­brió la zona en cuestión. En ese momento no quería que el sexo la distrajera, sin importar lo mucho que respondía su cuerpo ante esas sim­ples palabras.
—¿Te han dicho alguna vez que solo te obse­siona una cosa?
—Sí —sonrió—. Tú.
Miley recogió la carpeta de la cama y se acer­có a la mesa, lejos de la tentación que representa­ba Nick jonas . La abrió y extendió los documentos que había dentro.
Él suspiró con exagerada exasperación.
—Bueno, como el sexo no figura en mi futuro inmediato, te importa tirarme la bolsa que tienes al lado.
Con gesto distraído, agarró la bolsa que había dejado sobre la mesa al entrar y la tiró a la cama, luego se sentó para concentrarse en el caso. Soslayó el ruido de plástico que oyó desde la cama y llegó a la conclusión de que debía estar pasando algo por alto.
Estaba convencida de que no había ninguna relación sanguínea entre Nicole y Clarise. Incluso cuestionaba que Bennett fuera su apellido. Nada más llegar a Memphis, el primer recepcionista del hotel al que le había dado veinte pavos le había dicho que Nicole se había registrado bajo el ape­llido Kidman.
Alzó el auricular y llamó a una prima tercera por parte de padre que trabajaba en la compañía telefónica de St. Louis. Janet era dos años menor que ella y no era la más brillante de la familia, pero siempre se habían llevado bien. Después de una conversación normal e intrascendental, le pidió que comprobara si había una línea a nom­bre de Clarise Bennett en la zona de St. Louis o sus alrededores. No había ninguna. Luego le pre­guntó a qué nombre figuraba el número que le había dado Clarise y que en ese momento se ha­llaba fuera de servicio. Janet pareció un poco molesta.
—Cielos, Ripley, sabes que no puedo hacer eso. Es ilegal.
Miley se mordió la lengua para no decirle que ese era el motivo preciso por el que la había lla­mado a ella y no a Información. Se contuvo y le contó que salía con un chico que le había dado ese número, pero que de pronto había desapare­cido. Lo peor era que se temía que estaba casado.
—El nombre al que figura el número es el de Christine Bowman —anunció Janet un momento más tarde—. Después de la instalación inicial hace dos meses, dejó de pagar la factura y la com­pañía le cortó el servicio hace unos días —emitió un sonido ininteligible y luego le leyó la direc­ción—. Es raro que pueda permitirse vivir en esa zona y no pagar la factura del teléfono —bajó la voz—. ¿Crees que es la esposa?
—¿Esposa? —oh, había olvidado la historia que acababa de inventar—. Tal como había espe­rado. El muy miserable...
Le dio las gracias a su prima y colgó, pregun­tándose si Clarise Bennett sería Christine Bowman. Apostaba que sí. Lo que no sabía era por qué tomarse tantas molestias para darle un nombre falso.
Estudió otra vez la foto de Nicole y volvió a cuestionarse el extraño ángulo de la toma y su cualidad granulada. Armada con la sospecha de que Nicole y Christine, alias Clarise, no estaban relacionadas, no le cupo duda de que había sido sacada desde una cámara de seguridad. Se acercó más para examinar el entorno. La toma era desde los escalones delanteros de una casa con colum­nas blancas que flanqueaban la entrada y un pa­seo de baldosas que serpenteaba detrás de ellas.
Nicole llevaba un sencillo vestido claro, que pare­cía más un uniforme que una prenda de confec­ción corriente.
Se irguió, pensando.
Nicole no era la hermana de Clarise. Y tampo­co había ido a hacer una visita familiar a la casa de esta. Sospechaba que había trabajado en la casa, y no por mucho tiempo, si Clarise se había trasladado allí hacía solo un par de meses. Luego Nicole había robado la caja...
Cruzó las piernas. Entonces, ¿por qué Clarise no llamó a la policía para denunciar los artículos robados? ¿Por qué decidió contratarla a ella para recuperar lo que parecía un simple estuche con bisutería sin valor?
Respiró hondo; las respuestas que obtenía solo provocaban más preguntas.
—Necesito la caja —dijo en voz alta.
Miró a nick, tendido en la cama mientras leía un libro que tenía apoyado sobre el estómago marcado como una tabla para lavar. Soslayó el vuelco que le dio el corazón y fue a sentarse a su lado.
—¿Qué posibilidades tenemos de meternos en el coche sin que nadie nos vea?
—Ninguna —respondió, apoyando el libro so­bre el estómago.

5 comentarios:

  1. oolis amoree mioo te extraañoo corazon de meloon un besothe enormee corazooon y estudiia muchisisissimo neniixx un besothee y todo mi apoyoo te de moi partee mm me ise bollaas sale besines amoreeee

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  2. Me re encantooO! hahaha pero me cortaste, ya no se que es lo que mas me gusta si el misterioo del caso o Niley hhaha ayy Diooos obvio Niley pero la historia esta increible :S jajaja segui escribiendo!
    xoxo
    keep shining!

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  3. Me encatoo! ♥.♥
    Sube el proximo cuando puedas!
    tu lo valees! =]

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  4. awwwwwwwwwww genial? sube pronto por favor! cdt

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  5. http://www.mtvla.com/alalucha voten por miley!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!:)

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