Hola, miley —la saludó liam como si se hubieran visto hacía días en lugar de años.
Ella lo miró con frialdad.
—¿Qué es lo que quieres, liam? —le preguntó miley sin previo aviso.
Pero su frialdad, como siempre, quedó ignorada.
—A ti. Sólo a ti, mi miley.
Sabía por experiencia que no conseguiría nada enfadándose con él, de modo que trató de mantener la calma.
—No puedes tenerme. Ahora hay alguien responsable de mí, ¿recuerdas?
La indirecta le hizo reír.
—Entonces me has visto en la foto. Cuánto me alegro. La verdad es que estabas preciosa de blanco. miley resopló de rabia.
—No tenías derecho a estar allí. Era una boda privada.
liam hizo lo que hacía siempre e ignoró lo que no tenía ganas de escuchar.
—¿Cómo pudiste casarte con él? ¡Me perteneces! ¡Tú me amas!
Ella negó con la cabeza mientras con el corazón en un puño se veía obligada a escuchar las mismas palabras que había escuchado años atrás.
—No, no te amo. Quiero a mi esposo, no a ti.
—Tú crees que lo quieres, pero cuando él se vaya te darás cuenta de que has cometido un error. Todo irá mejor después. Ya lo verás —le informó con complacencia.
Sus palabras no tenían sentido para miley.
—Él no se va a marchar a ningún sitio. Eres tú quien se va a ir. Márchate y aléjate —le ordenó en el tono más firme que le fue posible.
liam se limitó a sonreír.
—Sabes muy bien que no lo dices en serio, miley.
miley pensó que no había manera de convencerlo.
—Lo digo muy en serio —respondió ella cada vez más frustrada. —Si no dejas de molestarme, voy a llamar a la policía.
Él sonrió con la confianza suprema de una mente enferma.
—No podrán hacer nada; porque yo no he hecho nada. Sabes que nunca te haría daño; te adoro. Sólo quiero que estemos juntos.
Ella se echó a reír en su cara.
—¡No lo dirás en serio! —se burló.
Tal vez ésa fuera la primera vez que lo veía enfadado.
—No te rías de mí, miley. ¡No me gusta que la gente se ría de mí! —le reprochó.
Acto seguido, liam se dio la vuelta y se alejó pisando el suelo con fuerza, muy enfadado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario