Necesitaba que él la dejara, que se alejara de ella; porque si él se enteraba de su pecado, jamás la perdonaría. Ella en su lugar, tampoco lo perdonaría.
—Al contrario, creo que tú y yo tenemos mucho de qué hablar, señora jonas—le respondió él con indignación.
miley se estremeció, sabiendo que él tenía derecho a estar enfadado; más derecho de lo que creía.
—nick... —respondió con desconsuelo.
El destello de un sentimiento indescifrable brilló en sus ojos cafés.
—¡Ah, nick! ¿Sabes que en el pasado el oírte pronunciar mi nombre encendía mi deseo? —dijo él con sarcasmo.
Como ella lo recordaba a la perfección, su comentario hundió más el cuchillo que le atravesaba el corazón.
—Por favor, nick... —susurró ella en tono suplicante.
nick se acercó un poco más, y miley vio que tenía los ojos brillantes.
—Tú solías decirlo también, cuando me rogabas que te hiciera el amor. ¿Te acuerdas de eso, miley? ¿Te acuerdas de algo?
santo cienlo, lo recordaba perfectamante pero lo mejor era dejar las cosas en su lugar.
No tiene sentido recordar —respondió miley. —Yo ya he olvidado el pasado.
Él sonrió con ironía.
—Que conveniente. El problema es que el pasado tiene la costumbre de aparecer cuando uno menos se lo espera. Como me pasó a mí, cuando entré ayer en el hotel y vi tu foto con el anuncio del concurso.
Entonces no estabas...
Se calló bruscamente, consciente de pronto de lo que revelaría su pregunta; pero nick era demasiado astuto como para no darse cuenta.
—¿Buscándote? No, estoy aquí en viaje de negocios, así que podrás imaginar mi sorpresa. Mi errante esposa, a quien he buscado de un extremo al otro del país, escondida en esta ciudad —explicó nick con una risotada burlona.
Ella levantó la cabeza con orgullo.
—No me estaba escondiendo —negó.
—¿Entonces por qué te has cambiado de nombre si no era para que no te encontrara?
miley notó una sensación de angustia en el estómago. Jamás le había resultado fácil mentir, pero tal y como estaban las cosas, tenía que encontrar el modo de hacer que él se marchara y la dejara en paz.
—Porque... bueno, porque...
La inventiva le fallaba. ¿Dios, qué podía decirle? Trató de encontrar la inspiración y se agarró a lo primero que se le ocurrió.
—Yo... estaba pensando en abrir mi propio estudio —le respondió, gesticulando exageradamente. —Durante una época —añadió, con la esperanza de que él aceptara su respuesta.
—Eso me lo habría creído si te hubieras llamado Smith o Brown; pero mi apellido suena de lo más profesional. ¿Así que dime, amore, por qué no te quedaste con miley jonas? Tenías derecho, siendo mi esposa.
—¡Deja de llamarme así!
Su respuesta provocó en él una sonrisa irónica.
—¿Por qué? Sigues siéndolo —respondió burlón. —miley jonas , mi esposa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario